martes, agosto 31, 2004

Nuestro gimnasio, al fin...

Carta Abierta

La escuela Nº2 tiene su gimnasio ¡al fin! Digo esto porque cuando yo era un niño y asistía a este establecimiento para estudiar en mi ciclo primario, la promesa de un gimnasio propio ya estaba rondando los pasillos de mi querida escuela "Benjamín Zorrilla". Pero con el tiempo fuimos creciendo y, lamentablemente –o quizás no–, vimos como eran realmente las cosas: las promesas son sólo palabras y a las palabras casi siempre se las lleva el viento.
Es entonces cuando muchos chicos que soñábamos con un gimnasio propio, nos dimos cuenta de que nos habían mentido. Jamás vimos ni siquiera un obrero de la construcción haciendo mezcla para nuestro gimnasio, hasta que un día, irremediablemente nos tocó irnos a la secundaria, terminar séptimo grado y, adivinen que: el gimnasio no estaba ahí, la desilusión pasó a formar parte de nuestros recuerdos primarios, juntos con la falsa promesa de nuestros gobernantes.
Cada uno siguió su propio camino, nos separamos y fuimos a diferentes escuelas secundarias, públicas y privadas, pero uno siempre vuelve a los recuerdos. Son esa irremediable parada a la que nos tiene acostumbrados la vida en una cuidad pequeña. Todos volvimos a transitar por la escuela 2 y observar que el gimnasio todavía no estaba ahí.
Con el tiempo nos volvimos adultos, las autoridades políticas se renovaron varias veces y llegó el día en que a nosotros nos tocó votar. Por esas casualidades del destino muchos lo hicimos en la escuela 2, caminamos nuevamente esos pasillos –todo parecía mucho más grande cuando éramos nenes con delantal–, pero la escuela no había cambiado en nada, seguía intacta y el gimnasio tampoco estaba ahí.
Dejar la provincia, emigrar hacia nuevos rumbos, empezar una carrera universitaria fue el próximo paso. Bajo la realidad del país y la provincia, sólo algunos pudimos concretar ese gran salto y aún seguimos cursando nuestros estudios de carrera. Cuando se puede y el bolsillo lo permite, volvemos a nuestra tan querida ciudad de Río Grande y pasamos caminando por Rosales y Rivadavia. Hace poco, el pasado invierno, algo era diferente, había obras para el tan prometido gimnasio. ¿Por qué no se hizo antes? Quién sabe, seguramente razones políticas. Es más, seguramente ahora podrá ser usado como caballito de batalla de los políticos que finalmente lo construyeron. Cosas de la política.
Algún día, cuando volemos de vuelta a casa lo veremos. Frente a nuestros ojos, el tan añorado gimnasio que nos habían prometido hace 16 años, si estará ahí. No lo vamos a poder disfrutar, pero otros chicos si. Ellos podrán –afortunadamente, esperemos que siempre- creer que las promesas no son sólo palabras, sino compromiso, esfuerzo y trabajo. Nosotros ya estamos grandes para eso, cuando se nos miente de chicos es complicado volver a ilusionarse con palabras.
Nuestro gimnasio, al fin….

Pablo Javier Blanco
DNI 30144161
31 de agosto de 2004

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