martes, enero 29, 2008

La importancia de una pava

Crónicas Sanbernardianas

Pocas cosas pueden ser más irritantes para un amante del mate que una pava que funciona mal. Ustedes me pueden retrucar: “Flaco, qué pelotudes decis, si las pavas no funcionan”. Pero antes de sus prejuicios, paso a explicarles.
Hay pavas buenas y pavas malas. Las primeras son recipientes en forma de tetera cuya función de calentar agua se cumple de manera eficiente, sin hacer alharacas. Es decir, el agua está a punto, no hervida, y la pava produce un pequeño chiflido -¡silva!- o se escucha un leve repiqueteo de la tapa que indica que la parte hidrica del mateo ya está o.k.
Todo lo contrario ocurre con las pavas malas.
Estas pavas son fingidoras y mentirosas. Lo más parecido son las mujeres que simulan orgasmos: gimen a cada rato para que se le controles su temperatura y cuando metes el dedo en el agua, pensando que te vas a quemar del calor, está ¡más fría que un helado! Hay una cuota de pervercidad en ellas, porque te obligan a estar atento a cada uno de sus silvidos, te esclavizan varios minutos al día.
¿Por qué les cuento todo esto? La pava que tengo en San Bernardo, esa que pueden ver en la foto, verde con detalles en madera (como el dinosaurio Bernardo que es verde y de madera -cuack-), es maligna. Me hizo levantar de la mesa ¡4 veces! por sus silbidos y nada... recién al quinto test el agua estaba lista para mi mate. Una hija de puta.
No hay nada peor que una pava mentirosa; por eso, es importante encontrar la pava ideal, que sea sincera y cuando llegue al punto G silve de verdad.

La pava hija de puta.

Adio!

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