No por el embole que son los partidos después de las vacaciones. Tampoco por los pocos goles, la falta de brillo y las jugadas toscas. No se debe a que cada pibito que hace un sombrerito sea encolumnado como el salvador del club y sucesor de Messi. Ni mucho menos al hecho de que uno lo ve desde su casa, mientras todos los hinchas veranean y pasan felices sus días libres. El fútbol de verano es perjudicial para la salud porque ¡Niembro y Closs lo transmiten!
El lobby no se toma vacaciones...
Adio!
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