TV
Hoy me levante y me dije a mi mismo: "¡Que pajera que está la televisión!". No lo dije por una razón desconocida u oculta, todo lo contrario, basta con apretar el on en el control remoto ¡y listo! Ya nada, ni nadie puede decir que esto que digo es una patraña o que falto a la verdad; la tele es hoy como una gran pija que se llena de sangre y se endurece cuando algo la calienta.
Desde hace ya una semana la palabra que más revoluciona al entretenimiento televisivo es caño. Para ser más precisos: el baile del caño. En todos los programas se habla de él, las radios debaten en torno a esta barra erecta, y los diarios sacan notas en las que adelantan lo que hará Tinelli para sumar rating o abordan el caño como una moda del fitness ya que, en efecto, dicen es “un gran ejercicio físico”.
Sin importar el horario, tanto Mañanas Informales en canal 13, como El diario de Carmen en América instalaron sus caños y llevaron a mujeres bien curvadas; Guinzburg a Luciana Salazar que jugueteó con el poste (re)marcándose el límite que separa sus nalgas, y Barbieri a una desconocida “experta en caño” que, a las diez de la matina, en tanga y bien aceitada, hizo que las criollitas se le atragantaran a más de uno durante el desayuno.
El caño, de a poquito, ha hegemonizado los medios de comunicación. Sólo faltan que los candidatos a Jefe de Gobierno propongan un caño en cada esquina o discutan sus políticas en tangas, mientras realizan una vertical abrazados al susodicho poste en un triple 69 (usted decida el orden, quien arriba, al medio y abajo).
Ahora, pónganse a pensar en esto. Un tipo que disfrutan ver minas que bailan sacándose la ropa, moviendo las tetas y apoyando sus trastes en un caño es considerado, con todas las letras, ¡un pajero! Peor si al tipo le gusta ir seguido a un cabaret; ¿Alguien le va a creer que disfruta de la danza y su técnica o que su sueño es ser jurado en lo de Tinelli como Gerardo? Nadie, entonces... ¿¡Qué carajo pasa que un baile en el caño sale todo el día en TV!?
Entiendo que los programas de chimentos traten el tema, después de todo, esa es su tarea: hablar de los programas taquilleros en términos de Ibope. Pero, ¿porqué también los noticieros? No imagino un móvil en vivo y directo desde cocodrilo para un competencia de ñoca y remeras mojadas, ni tampoco una función del teatro Colón donde Mirtha Legrand, Víctor Hugo Morales y Marcos Mundstock definan las virtudes del caño, eso si... al ritmo de la ópera.
Por eso la televisión es una televisión pajera, me corrijo, es recontra pajera. Otro ejemplo es Gran Hermano “Famosos”. ¡Sólo se habla del pedazo de serpiente yarará que tiene Carlitos Nair Maza Menem como pene! Mezclando la política con la biología... ¡Ahora entendemos mejor como su viejo nos rompió el culo a todos los argentinos en diez años de presidencia!
Por eso, basta de mentiras. Admitamos de una vez y para siempre que lo porno convoca espectadores y que, quiera usted o no, indirectamente todos somos unos cerdos que disfrutamos de lo sexual. La televisión pajera sólo representa, hasta lo bizarro por momentos, nuestros más bajos instintos. Ojo, no estoy a favor de la legalización del caño; de unos caños sería otro tema, también dicen que son buenos para la salud, pero no me imagino un “Fumando por un sueño” o a Pelufo prendiéndose uno en cámara.
Si usted ahora esta viendo tele déjeme decirle: ¡es un pajero! Yo soy pajero, tú eres pajero, él es pajero, nosotros somos pajeros... Igual de pajeros que el señor que va a los cabaret a mirar culos, o el tímido que mira páginas triple X por Internet; la única diferencia es el medio, lamentablemente, somos rehenes del mensaje, que nos cala profundo hasta el inconciente.
Usted señora que dice que Showmatch es para toda la familia, no se queje si encuentra a su nene en el baño con la mano en la bragueta haciendo una manoleta (salió en verso). Es natural, es la TV que nos alimenta.
Como dijo Darwin: descendemos de los monos. Por eso, cuando vaya alguna vez al zoológico y vea a los monos sacudiendo su pirulo no diga “¡Que barbaridad, que pajeros!”; piense que, en el fondo, no somos tan distintos, sólo somos más evolucionados. Si no me cree, prenda la tele y después me cuenta; si es elitista y no ve tele, lea las planillas de audiencias de “La semana del caño” y verá que vivimos en un mundo pajero o que, mejor dicho, ser pajero no es nada malo después de todo.
Adio!
2 comentarios:
Entré de casualidad al blog. me pareció comiquisimamente cierto, y contado a la perfeccion
Hola, me gustó el atículo!
Creo que el tema no es si somos sexuales o pajeros... y me parece que el que quiera puede ir y ver una porno.
Pero me parece jodido que prendés la tele y ves cosas "casi" porno a cualquier hora incluso en canales de aire. Me hace sentir mal como mujer, me entristece...
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