Cualquiera puede decirme que la pasión que sentimos los sudamericanos por la Copa Libertadores no tiene comparación; pero nadie puede discurtirme cuando afirmo que la magia de la Champions es inigualable.
Entiendaseme bien por favor, esto puede dar pie infinitas discusiones que sólo llevan a la simplista reivindicación de lo propio por sobre lo ajeno, lo extraño y, en este caso, lo europeo. Nadie dice "que cagada es la libertadores, que canción de mierda tiene, que nivel de juego paupérrimo hay". Eso sería faltar a la verdad: es nuestra máxima competición de clubes; y si es verdad que la canción es una gran mierda lírica, el juego aumenta de nivel mientras mas pedorra la canción (o alguien no se enteró que a River lo dejó afuera el Caracas de Venezuela, encima jugando de local en Cúcuta, Colombia).
Pero yo no voy al juego, ni a lo lírico, ni a la relevancia mundial, sino al espectáculo... esa magia que encierra la final en donde el ganador se lleva la orejona, eso, creo... no tiene comparación.
La mística del espectáculo de la Champions hipnotiza a cualquier fanático del fútbol en el mundo. La pasión de las semifinales, que terminaron esta tarde, rubricaron que es una competición de puta madre: el mejor entretenimiento futbolístico para ver por la TV a la tarde! El triunfo del liverpool de los guantes de "Pepe" Reina ante el mezquino Chelsea de Mouriño y la aplastante lección de Fútbol del Milan de Kaká al gélido Manchester del gringo Heinze... ¿Que más pedir?
Sólo una cosita más una final como la del 2005 no vendría mal! Mientras tanto sólo tomaré Heineken a ver si me gano un viaje a Atenas para ver, en vivo y en persona, el show de la Champions.
Ah... otra cosita... que tema del carajo que tienen. Belleza diría el bambi.
Adio!
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