Vacaciones
Cómo nuestra intención -de mi novia y mía- era no quedarnos estáticos en el mismo sitio, le propusimos a mis suegros -sus viejos- irnos en un mini viaje a Bolivia. Siendo Salta una provincia que limita con el país del Altiplano, nos quedaba re cómodo y era una buena oportunidad para pasear.
Cargamos los bolsos y empzamos a recorrer el rumbo. Del panorama del cerro y las plantaciones de tabaco, cruzamos a lo árido, luego a lo inundado y por último terminamos en el medio de una selva -cuasi- amazónica. Si algo me sorprendió de estas vacaciones en Salta (mod.07) fue la amplia gama de paisajes de la provincia con forma de "u": selvático, marciano (si tipo Marte, el planeta rojo), desértico, de todo!
Despúes de varias horas de viaje, a eso de las 20 hs., llegamos a Orán (en realidad San Ramón de la nueva Orán), una ciudad bastante grande en Salta, poblada por varios inmigrantes y descendientes turcos y árabes. Por lo tanto ¿Qué había en la ciudad? Un restaurant de comida típica árabe. Que rico que estaba todo, como morfe, me comí: 2 kupis cocidos (en algunos lugares tb se le dice Kepe), puré de garbanzos, varias empanadas árabes y tabulé (una ensalada buenísima que me encantó y espero con ánsias volver a degustar).
A quienes nunca morfaron en un lugar de comida árabe... ¿Qué esperan? Tienen platos geniales y muy variados, además la presentación viene en cantidades grandes a precios chicos, por ej. 10 niños envueltos en hoja de parra por un par de pesos!!!! RE-RECOMENDABLE! En Orán no había Shawarmas; otra opción muy aconsejada a la hora de probar lo árabe.
Pero basta de hablar de manjares, es hora de continuar... Y nosotros despúes de dormir confortablemente en el hotel, a pesar de que afuera había una tormenta mas o menos como la de Twister. Aclaro: no la escuche -tenía unas birritas encima- pero me dijeron fue TREMENDA.
Igual siempre que tormentó, paró. Seguimos viaje hasta Agua Blancas, un pobladito de frontera, lleno de vegetación y estacionamientos caseros, para que la gente que cruza la frontera a pie, estacione por unos pocos pesos. Nosotros despúes de los trámites cruzamos en el auto, no sin antes ser morfados por mosquitos del tamaño de palomas!
El bello puente que pueden ver en la foto, cruza sobre el río Bermejo, que le da nombre al pequeño pueblito costeño. Con una arquitectura caótica de casas bajitas y mercados amplios, Bermejo es un super-mercado-de-todo-lo-que-se-le-ocurra!
Ropa de imitación, zapatillas originales a mitad de precio (eso si en cada local tenes uno o dos talles por cada zapa y sino tenes a busacr a otro lado), electrónica regalada, perfumes, de todo!!!! Siempre hay un sesgo de duda sobre la procedencia de las mercaderías, pero siempre que uno pregunta "es original", los vendedores responden: "es bueno". Y realmente poco le importa a quien compra en la feria, mientras sea bueno, que tiene que sea original o imitación, el bolsillo lo puede pagar y eso es lo que vale.
Por mi parte, adquirí una boina vinotinto, muy "chavista", un termo de aluminio de litro y medio y un diario "La Razón" del Domingo. El diario es una costumbre, siempre que viajo a otro país o algún conocido lo hace, me compro uno o pido que me traigan de souvenir. Así he acopiado varios ejemplares de países a mi colección, pero recien empiezo, mi meta es tener diarios de todo el mundo en versión papel.
Continuando con el relato, mejor dicho volviendo atras, antes de recorrer los mercados de Bermejo, fuimos a comer a un lugar de comida típica. Probé chicharrón de pollo con puré, algo muy parecido a los chicken finger, pedazos de pollo rebozados en harina y super fritos. También deguste la cerveza Paceña, muy rica, mejor que las uruguayas de las que hable antes (ver "El Este..." o ".UY").
Ya con el estómago lleno nos metimos a los laberínticos comercios de Bermejo. Las voces de los pasillos repetían a cada paso "Amigo, que va a llevar?" y un sinnúmero de colores, sabores y texturas se abrían paso, metro a metro.
La sensación de estar atrapado no era tal, a pesar de los angostos pasillos y los techos de plásticos, el aire fluía en abundancia. Además, pequeños pulmones dentro de la feria oxigenaban el complejo mercado, iluminaban los corredores y calentaban el húmedo ambiente de Bermejo.
Caía el sol y emprendimos la vuelta, tomamos algunas fotos en el puente bicolor, que separa dos países y une dos pueblos, como puse en la foto. Bolivia, por lo menos lo poco que vi, me despertó una ganas de recorrerla por completa, pero eso será otra historia, otro viaje y seguramente otro posteo, quizas modelo 2008.
Hasta pronto...
pd: Saluden a Evo!
Adio!
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