Las elecciones en Tierra del Fuego, la provincia más joven del país y, quizás por eso, la menos experimentada democráticamente, dejan ver una enseñanza repugnante en lo que hace a una elección.
Después de un minucioso recuento de votos, la fórmula Hugo Cóccaro-Rosana Bertone se enfrentará a la de Fabiana Ríos-Carlos Bassanetti se enfrentarán en ballottage el 24 de junio, dejando afuera a la coalición MPF-UCR, de Jorge Garramuño-Pablo Blanco. El interrogante es que puede dejarnos este cuadro de situación, más allá de lo que los ganadores que pugnan por alcanzar el ejecutivo pueda decir.
Por un lado, se presenta a la elección como una decisión para la continuidad del modelo kirchnerista en la provincia más austral del país; por el otro, se advierte que es un llamado de atención que el pueblo le da a la clase política, en el distrito menos significante del electorado nacional.
Sin embargo, lejos del estribillo de “la historia que escriben los que ganan”, ¿qué nos dicen los comicios de ayer en Tierra del Fuego? Lisa y llanamente, una sola cosa: “En la campaña sucia, los únicos que flotan son los soretes”.
¿Por qué digo esto? Primero debo aclarar que mis conclusiones no nacen de el mero resentimiento personal (que implicó que mi padre quedará afuera de la segunda vuelta electoral). Segundo, debo decir que el electorado fueguino ha sido engañado, por h o por b, por ambas formulas, del ARI y del Frente para la Victoria (o derrota), pues ninguna h jugado con armas limpias. Por último, debo mencionar, antes de iniciar mis fundamentos, la decepción que me generan los ciudadanos de la provincia: sinceramente no saben lo que les espera, repito, por h o por b.
La frase que reza que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece” viene bien pero no es de mi estilo. En la película V de Venganza se dice que “los pueblos no deben temer a los gobiernos, sino los gobiernos a los pueblos”. Me atrevo a decirles que tanto una afirmación como la otra son aplicables al caso fueguino. Tierra del Fuego, a la postre tendrá el gobierno que se merece; Tierra del Fuego no deberá temerle a su gobierno, sino a si misma.
A pesar de la escasa diferencia de votos, la provincia y su gente han hablado. Como reconoció el candidato Garramuño su proyecto de Estado no ha sido codificado de la manera más adecuada; no lo han interpretado.
Hoy el destino del distrito número 23 se dirime entre un grupo de piratas, sedientos de poder político, y un partido que sólo representa un compendio de buenas intenciones, que difícilmente puedan ser llevadas a la práctica en la política. Con esta afirmación no pretendo condenar ni redimir a ningún proyecto, sólo dar mi humilde opinión de lo que será el futuro de Tierra del Fuego.
Lo que viene, lo que viene
La provincia que se viene tambalea entre la continuidad de un modelo de corrupción ad infinitum, en el cuál un oportunista político como Cóccaro, creador del gran megapase de planes sociales a planta permanente del Estado, congenia las directrices del futuro fueguino con Rosana Bertone, hoy convertida en una participante de Gran Hermano Fueguino, cuya vida (y su re-puta-ción) ha sido puesta bajo la lupa, según ella misma se ha permitido aclarar.
Mientras que el otro tropiezo político esta marcado por el eticismo puritano de la Afirmación por una República de Iguales, en la cual varios de integrantes (no digo por R{ios y Bassanetti a quiene realmente no conozco mucho, sino por varios camiseteros que hay), lejos de estar en los perímetros de la moral (por la que tanto lucha Lilita Carrio), no son en la isla más que meros oportunistas políticos.
Y es justamente eso lo que pone en un camino sin salida a TDF. Por un lado el FPV, por el otro el ARI. Ambos son, no por mérito propio, ganadores de las elecciones de hoy. Ambos han sabido aprovechar como ninguno las denuncias con cámara oculta (sino no pesa tanto) sobre el MPF, que ha hecho perder a la coalición MPF-UCR la gobernación.
Cámaras ocultas, Youtube y otras yerbas...
El Wolaniuk-gate fue sin dudas la oportunidad histórica de Cóccaro y Ríos ya que, a pesar de las encuestas fabricadas de Zuleta Puceiro y las fábulas infladas del misticismo de Carrio, nadie imaginaba este panorama de cara al 24 de Junio.
Tanto Cóccaro como Ríos han capitalizado el escándalo de las presuntas coimas. Si bien el representante peronista puede ufanar su triunfo al correcto manejo del aparato oficial, Ríos sólo puede agradecer a esa bendita denuncia (pagada en 300.000 pesos) que Alejandro De la Riva hizo en contra del candidato a Legislador del MPF.
El ARI no gano sólo porque representa una salida ética a la hora de votar, sino porque recogió los vestigios que la cámara oculta dejó en las raíces del movimiento partido fueguino (que mucho indican como un pase de factura de Jorge Lechman por su derrota en diputados). La mayoría no voto al ARI por su proyecto de provincia, sino porque era el menos salpicado por la corrupción.
Por eso genera tanta bronca que una persona como Garramuño, que castigo a un corrupto como Wollaniuk y nada tuvo que ver con la promoción de los videos hot de la diputada Bertone (que de paso fueron los causantes del sabotaje a las líneas de fibra óptica de la provincia), se quede afuera. Antes del escándalo la formula del MPF-UCR ganaba en primera vuelta por 3 puntos y, en segunda, por más de 6; justamente, la misma cantidad de puntos que le resto la movida de la cámara oculta (donde hay indicios que también estuvo metido un flamente K como Federico Sciurano, cuyo odio por Garramuño, lo volcó a aliarse Cóccaro y Bertone, más allá de la decisión de su partido, la UCR, ha quien él prometió respeto y, también, rogó apoyo para ganar la intendencia de Ushuaia).
Algo huele mal en la isla grande
En síntesis, como verán, el clima político en la provincia más sureña del país dista de ser el mejor. No digo esto porque mi papá, justo en su día, haya perdido la oportunidad de ser vice y su compañero, el hombre que puso a Ushuaia en el planisferio mundial, Jorge Garramuño, también. Simplemente, lo digo porque, como he fundamentado, la provincia queda nuevamente como rehén de una contradicción que no es tal: no se votará al mejor, en vez de al peor, son distintas bostas con diferente olor.
Como dije antes, en una campaña sucia como la que se hizo contra la fórmula Garramuño-Blanco (cuya trayectoria es intachable -si alguien dice lo contrario que lo haga con pruebas-), los únicos que flotan son los soretes.
Vamos Tierra del Fuego, comamos todos mierda, así nos va a ir...
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