Volver a vivir con Benito es toda una experiencia. Ya conté por twitter que todo indica que no es fana de LOST, serie con la que me he enviciado en los últimos días. Otra cosa sorprendente es que inteligente que esta titito, como le decimos con mi novia, esta lleno de pelo pero no tiene ni uno de sonso. Sabe que mi vieja le da comida, entonces con una simple carita de perro mojado la conquista/extorsiona para llenarse de morfi. Y en el fondo también me he dado cuenta de que es un niño. No come su alimento, pero se ¡desvive! por sus galletas de perro. Es como los chicos... yo comparo su alimento con las verduras y, seamos sinceros, a nadie de pequeño le gustaba comer vegetales (admito que a mi de grandote, tampoco), sus galletas son como caramelos. Entonces, como todo niño, prefiere pasarse el día englutiendo caramelos, sin siquiera oler (olfatear, en su caso) lo saludable.
Así es la vida con Benito, todos los días se aprende algo nuevo. Veremos que nos depara nuestra próxima salida a la calle. El anda bajoneado, extraña a su mamá que viajo de urgencia a Salta y no sabemos cuando la vamos a ver, si pronto o el año que viene, pero de lo que no tenemos dudas es de que la vamos a recibir con una sonrisa gigante porque la extrañamos mucho...
Adio!
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