Ceviche y Jalea de ¡puta madre!, pero...

El tour gastronómico internacional nos llevó de Polonia al Alto Perú y con los muchachos nos fuimos hasta Belgrano, donde está uno de los más reconocidos restaurantes de comida peruana de la ciudad: Contigo Perú.
El ambiente es sencillo, como la fachada del lugar, pero al recorrer los primeros metros hasta encontrar mesa es imposible que los sentidos no se perturben (en el buen sentido). Los ojos se distraen en los llamativos platos ajenos y el olfato estimula las glándulas salivales, es decir la lija que uno lleva en el estómago empieza a meter presión.
La carta es bien variada, tanto en entradas, postres y platos principales, pero en el rubro bebidas tiene un punto flojísimo: figuran cervezas y gaseosas típicas de Perú que, a la hora de la verdad, el restaurant no tiene. Fea la actitud.
Entradas: con los muchachos pedimos jalea (una picadita variada de mariscos rebozado y fritos con cebolla, papas y maíz) y una papa a la huancaína, que le habían recomendado a Emilio, pero no tenia gusto a nada, era sólo una papa fría. Platos principales: Juani se pidió un Pescado sudado (¿no lo sentiste picantito Jony?, porque cuando te fuiste al baño le echamos esa mayonesita de fuego, jejejejeje). Emilio comió Ceviche (parecía rico, pero lo mire de lejos nomás), Pablo y El Nacho se morfaron un Arroz chaufa de mariscos. Yo, un plato que se llamaba Tacu Tacu (una especie de carne muy bien condimentada y una tortilla de arroz muy rica). Y por último, el Polaco fue el más autóctono de los platillos: Bife con fritas (bueh... el estaba de paso, no quiso comer algo que su paladar no conocía, tampoco lo vamos a obligar).
La comida era muy rica, pero la gran falencia del lugar es, sin duda, la atención. El mozo que nos tocó andaba completamente en otra y cuando le pedíamos detalles sobre alguna comida nos explicaba de mala manera, como si no le gustará su laburo. Además toda la comida llegó a destiempo, el ceviche (si bien es un plato frío) puede esperar para ser servido junto con los platos caliente de los demás comensales. Por además de comer, uno va a compartir, charla y demás. No está bueno que todos coman y uno mire como boludo. Lo digo así, porque mi plato fue ¡el último en llegar!
Los precios son económicos, pero el lugar es ideal para comer algo sabroso, tomar una cervecita e irse, no da para más. La atención arruina algo que podía ser más. 40 per cápita con los tres platos y birra! Para ir, pero no para volver enseguida...

Adio!