Ayer corrimos con mi hermano la Nike 10K. Una mar de gente pitufada, por el color celeste de las remeras. Más de 25 mil almas con un sólo objetivo: llegar. La salida fue tumultuosa porque yo estaba en el medio, y la cosa avanzaba lento. A mi entender el tiempo comenzaba a correr cuando uno pasaba por la alfombra, pero según me dijo mi hermano, era cuando largaba la chicharra.
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