Un día gris, frío e inundado por la lluvia fue el preludio de la llegada del cuerpo de Horacio Bracco a Buenos Aires. Por esas cosas intrincadas del destino, la lentitud con que la justicia aborda su caso se traspoló al horario de arribo del vuelo que lo traía. Sus familiares, ansiosos por recibir sus restos, debieron esperar desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche, para poder abrazar el ataúd, también frío, de su ser querido.
En el medio, a una de sus tantas amigas, Elvira Mansilla, le toco ser la responsable legal de recibir su cuerpo que anoche durmió en una bodega y está mañana recibirá un responso en su ciudad natal, 9 de Julio, situada a 264 kilómetros de la Capital Federal, donde permanecerá cerca de familiares y amigos.
Gustavo Bracco, su hermano, no quiso hacer declaraciones y se limitó a decir “gracias a todos los que nos apoyaron en el reclamo para esclarecer el crimen de Horacio, la gente del IPV, la Municipalidad y demás, que se movilizaron”. Luego, con los ojos apesadumbrados y llenos de bronca, reclamo a la justicia “mayor celeridad”.
Horacio Bracco no murió; a Horacio Bracco lo mataron. Hasta que el culpable de su crimen no sea identificado y condenado, sus restos no descansaran en paz, sólo estarán a 3.000 kilómetros esperando, con paciencia, a que en la provincia haya Justicia.
Mientras, el lúgubre paisaje que le dio la bienvenida a su cadáver se irá ennegreciendo aún más, así como las páginas que esconden la verdad de lo que ocurrió esa noche.
En el medio, a una de sus tantas amigas, Elvira Mansilla, le toco ser la responsable legal de recibir su cuerpo que anoche durmió en una bodega y está mañana recibirá un responso en su ciudad natal, 9 de Julio, situada a 264 kilómetros de la Capital Federal, donde permanecerá cerca de familiares y amigos.
Gustavo Bracco, su hermano, no quiso hacer declaraciones y se limitó a decir “gracias a todos los que nos apoyaron en el reclamo para esclarecer el crimen de Horacio, la gente del IPV, la Municipalidad y demás, que se movilizaron”. Luego, con los ojos apesadumbrados y llenos de bronca, reclamo a la justicia “mayor celeridad”.
Horacio Bracco no murió; a Horacio Bracco lo mataron. Hasta que el culpable de su crimen no sea identificado y condenado, sus restos no descansaran en paz, sólo estarán a 3.000 kilómetros esperando, con paciencia, a que en la provincia haya Justicia.
Mientras, el lúgubre paisaje que le dio la bienvenida a su cadáver se irá ennegreciendo aún más, así como las páginas que esconden la verdad de lo que ocurrió esa noche.
Arq. Horacio Bracco (10/09/1955 – 31/07/2006)
*Esta notita la mande anoche al diario, pero no se si la sacaron. La subo, con algunos agregados personales, para que desde este humilde espacio se conozca un poco más del tema.
Adio!
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