domingo, enero 03, 2010

Eliaschev y una columna con olor a viejo

La última columna de Pepe Eliaschev en el diario Perfil, titulada "Periodistas", tiene olor a viejo. En esa página, el veterano periodista combina su habitual soberbia -él mismo se define así- con el miedo que le producen dos factores: la web y los periodistas jóvenes, a quienes (nos) califica como "inmaduros e ignorantes". Le faltó a este hombre antiperonista decir "imberbes", emblemática palabra de Perón contra los Montoneros, y cartón lleno... En fin, Eliaschev tiene una trayectoria amplia y respetable, pero acá la pifió, recomiendo leer la columna en detalle para formar una opinión propia. A mí, personalmente, me pareció mala. A continuación tres párrafos de los que menos me gustaron:
No sólo la juventud es consagrada como un mérito en sí misma, sino que, por el contrario, una evidencia mundial es que en varias organizaciones noticiosas ese recambio generacional implica aceptar que las nuevas promociones no sólo desdeñan voluntariamente historias y densidades precedentes, sino que incluso verifican que sus exhibiciones de inmadurez e ignorancia son bienvenidas, por omisión al menos, por sus empleadores.
Nadie puede negar que hoy, para sacar a un reportero a la calle, hay que llevarlo con la fuerza pública. Googlear, copiar y pegar se ha convertido en adicción tóxica, a la que nos cuesta escapar incluso a los veteranos. Lo que ha sucedido es que, además de ser una herramienta poderosamente democratizante de la actividad periodística, Internet va demoliendo el esquema de funcionamiento que durante décadas permitió la existencia de organizaciones noticiosas consagradas a publicar diarios y revistas y a sostener programaciones de radio y televisión.
Los medios gráficos nutridos de profesionales probados y sólidos se van poblando de personal joven, mucho más barato, pero naturalmente limitado por su inmadurez agraviante. (...) Aun cuando me hicieron periodista a los 19 años, mis primeros jefes fueron Rodolfo Pandolfi, Enrique Raab, Esteban Peicovich, Oscar Delgado y Edgardo Damommio, profesionales que sabían mucho e inspiraban un respeto temible. (...) La llamada “blogosfera”, que hoy parece convertir en periodista a cualquiera, va esmerilando esa constelación de sabiduría, prestigio y espesor que tipificaba unas redacciones donde había escalafones y valores.
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Adio!

2 comentarios:

G-Fer dijo...

Supongo que el verdadero periodismo es mandar a un par de movileros a hacer una encuesta acerca de la influencia del tamaño del pene en las relaciones sexuales, en lugar de preguntarle a los sexólogos.

WAlter Saconnii - Bahia Blanca dijo...

Comentarios como el tuyo g-fer, si sos periodista o trabajas en medios, ayudan a confirmar lo que dice Pepe. Si sos un oyente común y corriente como yo, notarás que hay cada idiota que no pasa de ser blogger amateur y se la da de gran informador. No todos, pero la mayoría de blog de perdiodistas, reales y supuestos, no realizan su tarea porque realmente se quedan haciendo sus post en la madrugada cortando y pegando lo que leyeron. A mi particularmete me gustaría que una nueva camada de perdiodistas montado en las nuevas tecnologías caminen la calle, los pasillos de los organismos gubernamentales y sindicales, de las oficinas de las principales empresas y escriban en sus post lo que no le dejan escribir los grandes medios analógicos. Usen su Kodak x1, usen su mp3 o iphone y me muestren otra realidad a la que se publica. Me den otra visión de la actualidad que me dan los medios de siempre. Asi de esta menera me gustaría creer en lo que se le dice perdiodismo ciudadano o perdiodismo digital. Lo que veo que impide esto es justamente que quien hoy por hoy está abreiendo un despacho oficial o empresarial sigue siendo un estructura perdiodistica ya fortalecida y con historia. Los nuevos perdiodistas que no salgan de esas estrucutras a la que se quiere saltear, no podran acceder al núcleo de la noticia, donde importa estar. Si son noveles no tendrán espalda para acceder y solo reproducirán lo que le han dicho terceras y o cuerta fuentes. En caso último, accederá a la fuente primaria tentado por acomodar lo que la fuente quiera decir y no tendrá libertad de decisión sobre su escrito. Lo cual la libertad tan pretendida morirá en la autocensura, por hache o por b, del perdiodista ciudadano o digital. Y ahí es donde perdemos todos.