lunes, agosto 24, 2009

Desaparecidos, hechos pelota

Silvia Amanda Gonzalez de Mora (foto) tenía 18 años, era de mi ciudad, Río Grande, estaba embarazada de cinco meses, estudiaba enfermería en La Plata y era la prima de mi vieja. El 1 de diciembre de 1976, cuando estaba con su marido en la pensión donde vivían, un grupo de tareas conformado por entre 10 y 15 personas los secuestros e hizo desaparecer. Nunca más hubo noticias de ellos, ni de su hijito, que de estar vivo debería ser más grande que yo. Según testigos, fueron vistos en el centro clandestino de detención 'Pozo de Arana'. Hoy engrosan la lista de miles y miles de desaparecidos que tiene nuestro país.

El jueves la presidenta, en una de las frases más desafortunadas que pronunció en toda su vida política, comparó a los desaparecidos con los goles del fútbol argentino, que hasta antes del contrato entre AFA y su gestión eran exclusivos del grupo Clarín. Sus palabras generaron revuelo. Hubo críticas, algunas genuinas, otras no tanto, y apoyos inexplicables como el de Estela de Carlotto, que dijo que Cristina fue una mujer que sufrió la persecución en los 70' y Juan Cabandié, nacido en la ESMA y nieto recuperado. También puteadas que escondieron silencios, como las de Hebe de Bonafini, que mando a la mierda a cuanto periodista la llamó por el tema.

A mí la frase me pareció increíble, no por su originalidad, sino por su poca coherencia. No es lo mismo una pelota que una persona, más allá de la privación de un derecho. En todo caso la libertad y la vida son, desde mi punto de vista, inconmensurables con la propiedad de derechos de imagen. Sin embargo, en su afán de mezclar todo y hacer una suerte de apología de la Memoria, la presidenta ensucia lo que ha destacado al kirchnerismo: su impecable política de derechos humanos.

Estamos hechos pelota si nuestra presidenta compara a desaparecidos con goles. Los desaparecidos están hechos pelota si la comparación es siquiera plausible. Nuestra memoria está hecha pelota si aceptamos que algo así pueda ser y resultar defendible. La prima de mi mamá no es una pelota, tampoco su joven marido, menos el hijito que crecía en su vientre, con apenas 5 meses de gestación.

Eran vidas, no goles y sus corazones latían, no picaban. Nadie que haya sido perseguido en esa época puede siquiera imaginar tan terrible y banal comparación. Sin dudas, una de las frases más desafortunadas desde el retorno de la democracia.

Adio!

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