Observen bien la foto porque muestra dos cosas, separadas sólo por la línea que traza la mesa.
La primera, una situación conocida por todos los que pasamos por la secundaria y/o facultad alguna vez: el repaso la noche antes del final, lleno de nervios y miradas al reloj. Pueden verla a mi novia, Nevi, leyendo a las dos de la mañana, vestida "de casa", con esperanzas de aprobar al día siguiente (cosa que pasó, se sacó un hermoso 9 en Psicopatología).
Lo otro que exhibe la foto -siempre y cuando la observen bien- es a Benito completamente planchado de sueño. Este Yorki -lo dije en Twitter- me sorprende por su capacidad de dormir todo el día y en las posiciones más extrañas (NdeR: en este momento, ronca sobre mi falda mientras escribo).
Para distinguir las dos cosas es necesario mirar y no sólo ver, algo parecido sucede con el escuchar y oír. Oír, oye cualquier, pero para escuchar es necesario la atención. Quienes vean esta foto no verán nada más que una chica estudiando, quienes la miren podrán divisar la complejidad y -para mí- la belleza que encierra. Esa que pude ver, mientras boludeaba con mis ojos y agarré la cámara.
Adio!
La primera, una situación conocida por todos los que pasamos por la secundaria y/o facultad alguna vez: el repaso la noche antes del final, lleno de nervios y miradas al reloj. Pueden verla a mi novia, Nevi, leyendo a las dos de la mañana, vestida "de casa", con esperanzas de aprobar al día siguiente (cosa que pasó, se sacó un hermoso 9 en Psicopatología).
Lo otro que exhibe la foto -siempre y cuando la observen bien- es a Benito completamente planchado de sueño. Este Yorki -lo dije en Twitter- me sorprende por su capacidad de dormir todo el día y en las posiciones más extrañas (NdeR: en este momento, ronca sobre mi falda mientras escribo).
Para distinguir las dos cosas es necesario mirar y no sólo ver, algo parecido sucede con el escuchar y oír. Oír, oye cualquier, pero para escuchar es necesario la atención. Quienes vean esta foto no verán nada más que una chica estudiando, quienes la miren podrán divisar la complejidad y -para mí- la belleza que encierra. Esa que pude ver, mientras boludeaba con mis ojos y agarré la cámara.
Adio!
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