Los sueños del presidente venezolano, Hugo Chávez, de perpetuarse en el poder mediante una reforma constitucional se hicieron añicos anoche a las 2:20 am (hora Argentina), cuando desde el centro de cómputos de la Comisión Nacional Electoral se dio el primer informe con más de 90% de las mesas escrutadas: NO 50,71%, SI 49,29%.
La tardanza en la comunicación de resultados oficiales hacía pensar que las cosas no andaban nada bien para el bolivariano. Y así fue. La tendencia era irreversible, aunque "muy chiquitica" como dijo en su discurso de derrota, en el que lavó el panorama sombrío de toda caída y reflotó -con ese carisma tan particular que tiene- su proyecto de revolución socialista.
Quizás haya sido esa ambición de poder lo que jugó en contra de Chávez. No hay duda de que en Venezuela la realidad para las clases más humildes es otra, mejor, pero de qué sirve eso si hay escasez de algo tan básico como la leche, y el whisky brota como petróleo.
Algunos puntos del referéndum, es verdad, son interesantes: la jornada de 6 horas de trabajo, la creación de comunas para incentivar a una democracia más participativa y no tan delegativa, la creación de poder popular, otro aspecto para mayor participación en la cosa pública de los excluidos.
Sin embargo, los aspecto negativos son lo que más llamaron la atención: reelección indefinida y periodos de 7 años en el poder, el cercenamiento de la autonomía del Banco Central de Venezuela y la baja en la edad para votar (una medida siempre antipática).
El poder enferma. Es el afrodisiaco más potente, la droga más dulce, y cuando es público, sólo el pueblo hace de dealer. Chávez ahora entrará en un periodo de rehabilitación, donde la desintoxicación de poder puede llevar a que el bolivariano haga cosas graves. Para que nada de eso ocurra, se necesitará una oposición mesurada, que no debe creerse dueña de la verdad ni arrogarse el poder de la nación.
Si los antichavista transforman esta victoria en una campaña para voltear al gobierno (hay sobrados ejemplos made in USA), el país caerá nuevamente en un ciclo patológico, en el que los únicos perjudicados serán los venezolanos. Esos que ayer dijeron NO.
La tardanza en la comunicación de resultados oficiales hacía pensar que las cosas no andaban nada bien para el bolivariano. Y así fue. La tendencia era irreversible, aunque "muy chiquitica" como dijo en su discurso de derrota, en el que lavó el panorama sombrío de toda caída y reflotó -con ese carisma tan particular que tiene- su proyecto de revolución socialista.
Quizás haya sido esa ambición de poder lo que jugó en contra de Chávez. No hay duda de que en Venezuela la realidad para las clases más humildes es otra, mejor, pero de qué sirve eso si hay escasez de algo tan básico como la leche, y el whisky brota como petróleo.
Algunos puntos del referéndum, es verdad, son interesantes: la jornada de 6 horas de trabajo, la creación de comunas para incentivar a una democracia más participativa y no tan delegativa, la creación de poder popular, otro aspecto para mayor participación en la cosa pública de los excluidos.
Sin embargo, los aspecto negativos son lo que más llamaron la atención: reelección indefinida y periodos de 7 años en el poder, el cercenamiento de la autonomía del Banco Central de Venezuela y la baja en la edad para votar (una medida siempre antipática).
El poder enferma. Es el afrodisiaco más potente, la droga más dulce, y cuando es público, sólo el pueblo hace de dealer. Chávez ahora entrará en un periodo de rehabilitación, donde la desintoxicación de poder puede llevar a que el bolivariano haga cosas graves. Para que nada de eso ocurra, se necesitará una oposición mesurada, que no debe creerse dueña de la verdad ni arrogarse el poder de la nación.
Si los antichavista transforman esta victoria en una campaña para voltear al gobierno (hay sobrados ejemplos made in USA), el país caerá nuevamente en un ciclo patológico, en el que los únicos perjudicados serán los venezolanos. Esos que ayer dijeron NO.
Adio!
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