Retomamos el ritual de las cenas temáticas. La idea es comer una vez al mes entre amigos en algún restaurante temático, étnico, o como ustedes prefieran llamarle. El año pasado y el ante pasado realizamos varios encuentros, algunos de ellos documentados en este ombliguista blog. La casa polaca, Contigo Perú, La Celeste, Guadalajara de noche, El club armenio, Itamae, etc., fueron algunos de los destinos en los que hincamos el diente.
El 2009 arrancó temprano, con cena en enero, algo nunca antes visto. A pesar de la poca concurrencia -sólo eramos el Martelo, Emilio y yo- la pasamos de putísima madre en Sarkis, considerado por muchos como el mejor restaurante de comida árabe-armenia de todo Buenos Aires.
De entradita, para ir picando, nos zarpamos. Pedimos una porción de tabulé, otra de hummus (puré de garbanzos), un keppe crudo (carne molida cruda con un poco de cebiollita, riquísimo) y tres empanadas árabes. Acompañado, claro está, con un buen tinto (Los Alamos Malbec) y dos botellitas de agua mineral sin gas. Después de eso, cuando ya estabamos por explotar de llenos, llegó nuestro fierrito de carne con una porción de arroz pilaf, que compartimos entre los tres.
Como podrán imaginar, quedamos con la panza llena y el corazón contento. Pero no fue sólo porque la comida estuvo de diez, también el servicio fue más que bueno -el mozo no sasesoró en todo lo necesario y nunca se mostró pegajoso como un chicle, cosa que me jode- y los precios, módicos. En total gastamos 138 pesos. Además, otro dato es que la comida sale rápido, hecho que no es menor si tenemos que cuenta que esperamos 45 minutos para una mesa de tres (y eso que llegamos a las 9:15 del jueves).
Nota mental: a Sarkis hay que ir temprano porque se llena al toque y eso que tiene más de 40 mesas fácil.En fin, la primera cena temática del año fue todo un éxito culinario; nuestras humanidades que apenas podían caminar y respirar a la hora de salir del lugar daban prueba de ello. Le ponemos un 9 al lugar (para más calificaciones visiten la Guía Óleo); resta uno porque se llena mucho y uno, que sale a comer a horarios normales, tiene que esperar mucho en la calle, donde no hay ni mesitas para ir tomando algún trago para engañar al estómago.
Adio!
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