Criticar al último libro de Ernesto Tenembaum ("¿Qué les pasó?", editorial Sudamericana) revirtiendo la pregunta e interpelando al autor con un "Ernesto, qué te paso", como hizo Víctor Hugo Morales, es un error que desnuda una cuota de ignorancia. Cualquiera que diga eso no leyó el libro en cuestión, por ende hace una crítica superficial que sólo se queda en el titulo y una valoración del periodista que lo escribió. Lo digo después de haber terminado la crónica de E.T. sobre esto seis años de kirchnerismo.
El libro de cuenta de qué le pasó a los Kirchner, pero también a la sociedad y al propio autor. Tenembaum relata, apelando mucho a la primera persona y basándose en anécdotas personales su relación con el kirchnerismo. "¿Qué te pasó, Ernesto?", cuestionó el relator uruguayo; debería haber leído el libro para tener la respuesta, sin caer en el lugar común de "ahora, trabaja para Clarín".
Hay dos momentos claves en el relato: el primero, cuando comparte con Kirchner una charla en la Rosada que lo fascina. "Recuerdo exactamente todo lo que pensé y sentí mientras me iba de la Casa Rosada: estaba conmovido por la conversación que había tenido -un presidente me convocaba a una gesta", escribe el columnista de Veintitrés, que reconoce haber votado a Kirchner e intentado que la mayor cantidad de amigos lo imiten.
El segundo instante, que marca un punto sin retorno, se desarrolla a lo largo del capítulo 10 de la segunda parte del libro, titulado "Ser periodista". Dice Tenembaun: "Recuerdo perfectamente el momento que más bronca le tuve a Kirchner. Fue el 17 de junio de 2008. Ese día había dado su primera conferencia de prensa en un hotel del centro (...) Al mediodía, hecho inusual, Kirchner recibiría a un grupo de colegas. Rodeado de algunos dirigentes incondicionales, el ex presidente los destrató. 'Vos sos de Radio Continental. ¡Ah, sí! Del Grupo Prisa. Ya ser por qué te mandan'".
Para E.T. episodios como ese, sumados al que le tocó vivir a Leonardo Mindez por animarse a hacer la única pregunta posible en otra conferencia K (más detalles acá) marcan un cambió en Kirchner, radicalizado aún más tras la derrota del 28-J y su guerra con Clarín. Se lee en cada capítulo, sobre todos en los de periodismo, esa tensión de trabajar para el Grupo, pero querer demostrarse independiente. Difícil le es, más allá de su autocrítica, borrar la imagen de taliban de los intereses empresariales que a veces dio durante el debate de la Ley de Medios. Ahí radica otro: que le pasó.
Tenembaum cuenta que Kirchner quiere soldados. Pero el objeta que un periodista debe ser un cronista de la realidad. No un soldado. El odio de Kirchner por todo periodismo-no sumiso es el que lo hace desencantarse. Esa rabia que no embiste contra los dueños de los monopolios, sino también contra el más raso cronista que puede estar dando sus primeros pasos en la profesión.
En fin, no esperen grande revelaciones, sólo la historia de un tipo desencantado con los kirchnerismo de hoy. Solo eso.
Adio!
El libro de cuenta de qué le pasó a los Kirchner, pero también a la sociedad y al propio autor. Tenembaum relata, apelando mucho a la primera persona y basándose en anécdotas personales su relación con el kirchnerismo. "¿Qué te pasó, Ernesto?", cuestionó el relator uruguayo; debería haber leído el libro para tener la respuesta, sin caer en el lugar común de "ahora, trabaja para Clarín".
Hay dos momentos claves en el relato: el primero, cuando comparte con Kirchner una charla en la Rosada que lo fascina. "Recuerdo exactamente todo lo que pensé y sentí mientras me iba de la Casa Rosada: estaba conmovido por la conversación que había tenido -un presidente me convocaba a una gesta", escribe el columnista de Veintitrés, que reconoce haber votado a Kirchner e intentado que la mayor cantidad de amigos lo imiten.
El segundo instante, que marca un punto sin retorno, se desarrolla a lo largo del capítulo 10 de la segunda parte del libro, titulado "Ser periodista". Dice Tenembaun: "Recuerdo perfectamente el momento que más bronca le tuve a Kirchner. Fue el 17 de junio de 2008. Ese día había dado su primera conferencia de prensa en un hotel del centro (...) Al mediodía, hecho inusual, Kirchner recibiría a un grupo de colegas. Rodeado de algunos dirigentes incondicionales, el ex presidente los destrató. 'Vos sos de Radio Continental. ¡Ah, sí! Del Grupo Prisa. Ya ser por qué te mandan'".
Para E.T. episodios como ese, sumados al que le tocó vivir a Leonardo Mindez por animarse a hacer la única pregunta posible en otra conferencia K (más detalles acá) marcan un cambió en Kirchner, radicalizado aún más tras la derrota del 28-J y su guerra con Clarín. Se lee en cada capítulo, sobre todos en los de periodismo, esa tensión de trabajar para el Grupo, pero querer demostrarse independiente. Difícil le es, más allá de su autocrítica, borrar la imagen de taliban de los intereses empresariales que a veces dio durante el debate de la Ley de Medios. Ahí radica otro: que le pasó.
Tenembaum cuenta que Kirchner quiere soldados. Pero el objeta que un periodista debe ser un cronista de la realidad. No un soldado. El odio de Kirchner por todo periodismo-no sumiso es el que lo hace desencantarse. Esa rabia que no embiste contra los dueños de los monopolios, sino también contra el más raso cronista que puede estar dando sus primeros pasos en la profesión.
En fin, no esperen grande revelaciones, sólo la historia de un tipo desencantado con los kirchnerismo de hoy. Solo eso.
Adio!