domingo, mayo 11, 2008

Los "Monto" según Capusotto

Diego Capusotto es uno de los mejores interpretadores del peronismo de la actualidad. Ningún pensador ha logrado lo que él, a través del humor y la música. Después de todo fue el General quien alguna vez supo soltar: "Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí, es la palabra del pueblo argentino".

Esta aseveración abre por lo menos dos digresiones. Número uno, el pueblo estaba con Perón. Número dos, y más importante, Perón de música sabía poco y nada. Por eso la figura de Capusotto, Diego devenido en Peter (y sus videos), se torna tan fascinante. Porque no sólo hace reír, sino reflexionar contrafacto cómo hubiera sido el peronismo musical, más allá de las marchitas.

Ahora, su última creación, Bombita Rodríguez, el "Palito" Ortega Montonero retoma la senda de las influencias del peronismo en el rock con resultados de puta madre. Sin desperdicio. Especial para los "mocosos inverbes".



Adio!

2 comentarios:

Esteban Valesi dijo...

Son tiempos extraños los que corren, Pablo.

Es imposible ver a Capusotto y no cagarte de risa en el acto. Hoy hablaba con un amigo y justamente decíamos que el tipo tiene todos los números para convertirse en el Olmedo de nuestra generación. Es un genio, no cabe ninguna duda.

Y sin embargo, hay una cualidad inquietante en su humor (o, mejor dicho, en las cuestiones de época que se expresan a través de su humor) y que daría para pensarla un rato relajados. Y te voy a decir por qué digo lo que digo.

No me acuerdo dónde leí (o escuché) que la diferencia entre lo trágico y lo cómico es la distancia. Es cierto. El humor, lo mismo que la ficción, requiere un alejamiento de su objeto. Si te acercás un poco más, las cosas adquieren un sesgo grotesco y, si quedás al lado, ineludiblemente trágico. Y hoy en día, creo, así se está procesando lo que significó la década del 70. Se la ficcionaliza −año a año, se multiplican las novelas que la trabajan: En otro orden de cosas, La crítica de las armas, el 77, Museo de la revolución, La vida por Perón, Historia del llanto− o, directamente, se la hace humor.

La tragedia (vivida) de la generación de nuestros viejos empieza a convertirse en la comedia (narrada) de la propia. Francamente, no sé qué sacar en limpio de semejante berenjenal y cada vez me preocupa más cómo se paran los pibes de nuestra edad en relación con el pasado. Digo, está muy bien reírse de uno mismo y no critico a Capusotto por burlarse de los lugares comunes de la militancia setentista. Pero me pregunto, al mismo tiempo, si todos nosotros que lo miramos, que nos reímos a carcajadas y lo reverenciamos, somos capaces de extraer algo más cuando apagamos la tele.

Saludos.

Anónimo dijo...

Excelentísimo