Ayer,
como muestra el video que grabó DG, fuimos a comer con Fede Aikawa que estaba de paso por Buenos Aires. Para decirlo en criollo: nos dimos una panzada de sushi con un argento-japones de Rosario. Desde que lo conozco a Fede me dí cuenta de una cosa simple que antes, tal vez, había pasado por alto: uno aprende muchísimo de la cultura de otros países en simples conversaciones, visitas, charlas, incluso chateos, con amigos que pertenecen a esa cultura.
ARROZ. Mientras morfábamos, por ejemplo, destapó datos increíbles sobre la gastronomía nipona. Habló de las arroceras, nos contó que en Japón hay casi igual cantidad (o más) de arroceras que de televisores en todo el país, algo irrisorio en esto lares, donde la TV prima como el electrodoméstico por excelencia. También, siguiendo con su arrocera, nos explicaba que puede hacerse una cantidad grande de arroz y dejarlo en la arrocera varios días, para cuando uno tenga ganas de comer un poco, que siempre va a estar en su punto justo. Aparatos mágicos estas arroceras. Y por último, en el tema arroz, nos dijo que la suya, traída de Japón por sus papás, tiene -leer con atención- 17 años, casi un Aikawa más dentro de la familia.
SUMO. Hace unos cuatro meses,
cuando estuve en Rosario por el super-acto del campo, me quedé en la casa de los Aikawa. Apenas entré, ya me empecé a empapar de la cultura japonesa. Durante el almuerzo, un rico pollo al horno con papitas, pusimos el canal japones NHK y para bien de mi curiosidad había un campeonato de sumo. Los llené de preguntas sobre el deporte, no sólo porque no entendía un joraca de lo que hacia esas ballenas humanas en la tele, sino también porque lo que decían los comentadores me era "chino básico". Chiste fácil, perdonen, pero lo tenía que hacer.
Fede y Florencia, la hermana del amigo Aikawa, me contaron cómo era eso del sumo. ¿Qué es eso que le está dando?, pregunté. "Es la plata que se ganó, después de cada match, les dan un fajito de plata que, dependiendo de la envergadura del luchador, crece hacia arriba o no". Además, me dijeron que cuando ellos visitaron Japón fueron a ver sumo y había dos argentinos compitiendo: "Tango", era uno y "Andes", el otro, medio masetas ambos. Pero bueh... No eran los maradonas del deportes, supongo yo.
El que era el Maradona del momento, era un búlgaro, que lo vi pelear en la tele de los Aikawa, y resulta que es uno de los sumos que terminó involucrado en un escándalo por fumarse un porrito y lo echaron del deporte de por vida. Ayer, volvimos a hablar del tema y parece que en la Federación de Sumo está todo mal con los sumos extranjeros porque "contaminan" el deporte, les chupa un huevo la cultura, sólo van a Japón para comer como chanchos, ganar guita y tener minitas. Lejos quedó la cultura del deporte donde los luchadores eran como "dioses terrenales", me dijo Fede.
ASADO CON PALITOS. Pero, lejos, lo que más me impactó del almuerzo de ayer, fue un dato increíble. En La Plata, hay una colonia grande de japoneses que se instaló hace muchos muchos años y que como furisoso nipones que son comen todo con palitos. Incluso el asado. Sí: ¡
asado con palitos! ¿Cómo? Dicen que cocinan todo en la parrilla, como en un tradicional asado argentino, pero que a la hora de servirlo, lo cortan bien chiquitito para que sea asequible a los palitos. Quiero ver comer un chorizo con palitos. "Está bueno pero para las ensaladas", acotó Gallo. Un almuerzo cultural... provecho.
Adio!