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Como el sábado no pudimos ir hasta el Planetario a participar de la guerra de almohadas que se desarrolló con la masiva concurrencia de 3000 personas, sedientas de descargar su energía, nos armamos nuestro propio campo de batalla en el linving y nos cagamos a almohadonasos, siempre con el amor que nos caracteriza a ambos. Pero fijense como la contricante de rosa ataca al pobre luchador de negro (osea Yo), que habiendo perdido su arma de felpa en un intento kamikaze por destruir a su rival, no consigue más que inmolarse de manera suicida y convertirse en el blanco certero de
golpes viles y bajos. Gordita no tenes códigos. Igual despúes logro la venganza en una toma de catch digna de la pobrisima tira "Gladiadores de Pompeya". Luego los testimonios del ganador por descalificación y la inquisidora mirada de quien perdió que dice no entender nada.
Adio!
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